Y sí, el camino es largo
y pesado. Y es difícil acabar con esos gigantes que, amenazadores, ensombrecen
el horizonte.
A veces no hay Dulcinea
alguna por la que combatir. Ni tesoro esperando a ser encontrado. Ni tan
siquiera un título que certifique la hazaña.
¿Pero qué más da si
Sancho acompaña fielmente mis pasos?